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EL RESPETO MUTUO



Relata el Talmud, que Rabí Akiva tenía doce mil parejas de alumnos y todos ellos fallecieron por causa de una epidemia entre Pesaj y Shabuot. Atribuye el Talmud esta tragedia a que no se respetaron mutuamente. Obviamente ninguno de estos hombres, todos justos y piadosos dignos alumnos de su gran maestro le faltó el respeto a su compañero, sin embargo en alguna medida, y de acuerdo a la estatura espiritual de estos hombres no se comportaron con la debida consideración hacia el otro. 

Citaremos a continuación al respecto una anécdota que nos habla a las claras de lo que significa el respeto mutuo. Esto ocurrió con una de las grandes autoridades rabínicas de esta última generación, Rabí Moshe Feinstein z"l. 

Rabi Moshe Feinstein z"l era uno de los grandes sabios de la generación y una de las más destacadas autoridades halájicas. En cierta ocasión, Rabí Ovadia Yosef z"l dijo en su clase que si había alguien por quien es posible pronunciar la bendición que establece el Talmud sobre los sabios de Israel, ese es Rabí Moshe Feinstein z"l y ponía en duda si existía alguna otra autoridad de esa magnitud. Y cuando estudiaba los libros de Rabí Feinstein se extasiaba con la sabiduría del autor. 

Esto ocurrió cuando Rabí Moshe era ya anciano y se le comenzó a dificultar llegar hasta la Yeshivá donde rezaba y pronunciaba sus shiurim. Tras algunos contactos, se ofreció un benefactor a donar un automóvil digno para esta función, que trasladara al rabino a los lugares donde debiera movilizarse. Uno de sus alumnos, un abrej, se ofreció como chofer y se alegró cuando aceptaron su oferta pues podría estar cerca y servir a uno de los grandes sabios de Israel. Este joven trataba cada día de hacer que los viajes del rabino sean agradables, cuando aparecía el rabino inmediatamente se ponía de pie y le abría la puerta del coche ayudándolo a subir. Como es de suponer, el rabino respondió a tanta gentileza y respeto de la misma forma y hablaba con el joven y respondía todas sus preguntas.

En cierta ocasión, este abrej tuvo que trasladar al rab desde la Yeshiva hasta su casa. Como era su costumbre, le abrió la puerta del automóvil al rab y lo ayudó a subir, pero sin percatarse de que todavía la mano del rab estaba asida al lado de la puerta, cerró ésta fuertemente dejando presionado el dedo del rab en la misma. 

Desde un principio, el rab decidió permanecer en silencio y soportar el tremendo dolor que lo asaltaba, y esperar que el abrej se acomodase en su lugar para poder abrir la puerta y liberar el dedo. Pero al sentarse el abrej al volante el trató en vano de liberar el dedo y no pudo, aún así decidió soportar el tremendo dolor durante los minutos que se tardaba el viaje hasta su casa. 

Durante el viaje, el joven le preguntó al rab como estaba, como era costumbre y continuó su charla con el rab, mientras este soportando los intensos dolores le respondía gentilmente al joven. 

En un punto del recorrido ya cercano a la casa del rab, un embotellamiento de tránsito no permitía que al automóvil se adelantase, el rabino le dijo al joven que quizás era preferible continuar a pie ya que estaba muy cerca de su casa. El joven le respondió firmemente "de ninguna manera, yo asumí el compromiso de trasladar al rab hasta la puerta de su casa y así lo haré, sea lo que sea". Rabí Moshe Feinstein z"l permaneció en silencio soportando el dolor hasta que finalmente llegaron a su casa. Una vez allí, el rabino subió a su apartamento y al retirarse el joven Rabí Moshe cayó desmayado producto del dolor que soportó. 

Inmediatamente la gente de la casa llamó a la ambulancia y trasladaron al rabino a centro hospitalario. Allí aún cuando los médicos trataban de averiguar con el rabino que ocurrió este se negaba a relatar el hecho. Pero sus familiares, junto con su médico de cabecera le explicaron que era sumamente necesario conocer los hechos para poder realizar el tratamiento adecuado. Entonces el rabino aceptó relatar el hecho. Sus familiares, atónitos, le preguntaron por qué soportar tanto dolor y poner en peligro su mano, se ponía en duda si volvería a escribir impidiendo así que las futuras generaciones se soslayasen con sus magníficos escritos, era más simple pedirle a aquel abrej que liberase su mano a lo que accedería, obviamente en forma inmediata. 

Respondió Rabí Moshe, aquel abrej hacía todo lo posible para que me sienta bien, cómo podría yo provocarle la tremenda angustia de sentir que me había hecho un daño?! Aquel joven nunca se perdonaría lo que había hecho, dicho el rabino. 

De lo anterior podemos obtener una gran enseñanza de como uno de los grandes sabios de las últimas generaciones logró educar sus instintos y hacer gigante su alma y tratar en alguna medida de absorber esta lección para mejorar el trato que le dispensamos a nuestros compañero.

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