Era costumbre en la escuela, que en la última semana del mes de mayo, se realizaban talleres educativos.
Ese año Rubén no podria acudir a la escuela en la última semana de mayo. El motivo era que su hermano se habÃa fracturado la cadera hacÃa un mes y debÃa guardar reposo absoluto por dos semanas más. Sus padres, que lo habÃan cuidado todo ese tiempo, ya habÃan recibido advertencias de sus trabajos que no podÃan ausentarse por más tiempo sin que se vieran afectados sus salarios. La precaria situación económica de la familia no les permitÃa poder darse ese lujo, es por eso que Rubén debia quedarse a cuidar a su hermano mientras sus padres iban a trabajar.
Esto le resultaba muy molesto a Rubén porque precisamente él serÃa el que liderarÃa uno de los talleres sociales, que era el área que más le gustaba. Esta experiencia de taller le servirÃa mucho, pues Rubén tenia una baja autoestima.
Rubén me habÃa pedido que atrasar los talleres para que él pudiera estar. Le contesté que estarÃa dispuesto a considerarlo sólo si el seguia pensando de esa manera luego de la siguiente historia:
Un maestro y su alumno, se encontraban viajando en un carruaje, por un inhóspito paraje de la lejana Rusia, Era invierno, el frio se hacÃa sentir, el paisaje blanco y crudo de la nieve hacÃa más helado el clima.
De pronto el carruaje se detuvo; estana atascado en la nieve.
Los caballos en vano trataron de sacar la carroza del atasco. Luego de varios intentos y de lo avanzada de la hora, decidieron que debÃan pasar la noche ahà y esperar al otro dÃa para procurar ayuda.
Debido al gélido clima. el alumno estaba preocupado por su anciano maestro. Sin dudas, el frio arruinarÃa la salud del maestro. Pensó cómo poder darle calor al sabio y decidió quedarse toda la noche masejeándolo para que los veteranos músculos del maestro no se entumecieran ni se enfriaran demasiado.
Asi pasaron toda la noche y por fin despuntó el alba. Cuando por fin pudieron seguir de viaje, el maestro se dirigió al alumno y le agradeció por los masajes:
-Sin ellos, no sé si hubiera sobrevivido.
-No, maestro mio - respondió el alumno--
el que debe agradecer soy yo; el hecho de hacerle masajes toda la noche, me mantuvo a mà en actividad de forma tal que entré en en calor y no senti frio.
Moraleja:
Muchas veces la mejor manera de no marchitarse en la vida, poder brindar a los demás, aunque no estemos lo suficientemente capacitados, porque el hecho de dedicarnos a los demás, nos mantiene perfeccionándonos.
Rab Isaac Sakkal
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