Full width home advertisement

Travel the world

Climb the mountains

Post Page Advertisement [Top]

Compromiso de un Marido.

Recordaré que soy tu marido y que te amo.
Seré amable contigo.

Te apreciaré más y lo expresare con mas frecuencia. Sere un modelo de aprecio hacia ti para que nuestros niños lo vean.

No te humillare de ninguna forma, ni rechazare a las personas que te son valiosas.

Recordare que nuestra concordia no es exclusivamente responsabilidad tuya. Es nuestra responsabilidad compartida; de hecho, debo ser yo quien prepare el terreno fértil para que ella florezca.

Recordaré que tu no eres uno de los muchachos, y que debo hablar y actuar de un modo diferente contigo.  

Me disculparé con más frecuencia, aun cuando la herida no haya sido cometida en forma consciente.  Sé que dado que las personas somos diferentes, será imposible no ofenderte a veces.

Asumiré la responsabilidad de decir discúlpame, y no te acusaré de ser demasiado sensible.

Resaltaré más a menudo tus rasgos positivos e intentaré no ser quisquilloso. Yo tengo mis propias debilidades. Me concentraré en contemplar tus fortalezas y en no compararte con alguna imagen interna de lo que creo que deberias ser. He de valorar mas de todo lo que tu eres, y recordaré que tú, y todo lo que significas, constituyes el regalo que Di-s envio justo para mi.

No intentaré controlarte o imponerme. Recordare en todo momento que tu eres adulta, y no seré paternalista. Tu no eres mi hija. No obstante,  te brindaré toda la proteccion, amparo y apoyo que buscas en mí.

No te diré cuales son tus sentimientos; ellos te pertenecen a ti. Te confiaré los míos. Me permitire a veces ser emotivo, aun cuando esto sea difícil.

Recordare las bellas palabras que nos dijo al casarnos el Rabino: El secreto de un matrimonio feliz radica en que cada uno de nosotros se centre en "otorgar". Cuando mas demos, más crecerá nuestro amor.

No desestimaré el valor de tus pequeños gestos, tu sonrisa especial, tu tono de voz, alguna pequeña atención, tu palabra amorosa.

Rezaré por la salud y armonia de nuestro matrimonio, pidiéndole a Dios la sabiduría para ayudarnos a crecer.

Te trataré con respeto en todo momento. Mis acciones, tono de voz, gestos faciales y palabras, reflejarán en todo momento este solemne compromiso.

Intentaré no intimidarte gritando, golpeando con mis pies, bloqueando tu salida, violando tu espacio o rompiendo objetos. Controlaré mi enojo y lo expresaré de una manera no amenazante y no destructiva. Si esto resultare ser demasiado difícil, buscaré ayuda externa.

Intentaré no ser tan rígido, ni tan serio, sino un poco más suave.

Hare de nuestro matrimonio, la priorida. Encontraré todos los días algun tiempo para permanecer contigo solo, aunque fuere tan sólo por unos momentos. Haré esfuerzos para salir contigo, cuando fuere posible, en varias oportunidades al mes.

Se que todas las relaciones humanas necesitan diálogo y tiempo juntos. Sé que cuanto más fuerte es el matrimonio, más estable es la familia. Porque si bien los niños pueden actuar sin premeditación, ellos lo ven todo, saben todo, y cuanto más íntimos seamos nosotros, tanto más felices, fuertes y seguros serán ellos.

Te tomaré en serio. Tus opiniones, tus sentimientos y tus decisiones serán tratados con importancia. No he de burlarme de ti. Y cuando discrepe contigo, lo haré claramente y con certeza, y de un modo que no comprometa tu dignidad. Tu dignida es sagrada.

Recordaré la fragilidad del alma humada y el poder de las palabras - las que pueden confortar, apoyar, fortalecer y construir; palabras que pueden traer proximidad y belleza. Y las palabras que son como los cuchillos, palabras que cortan y dañan y destruyen.

No usare el silencio como arma.
Recordaré que no necesito ganar cada discusión. ¿Será tan importante ganar como para que ignore tu dolor? Buscaré activamente la forma de corregir y remediar.

Sonreiré más y me reire más contigo. Aun cuando esté cansado, muy cansado, y agobiado y presionado por el trabajo, procuraré reírme contigo. Y sé que esto tambien será valioso y útil para mi. Recordaré la sonrisa especial de mi padre para con mi madre.

Te animaré y te apoyaré cuando me necesites, y te daré el espacio que tú pidas.

Intentaré pedir lo que necesito de ti y pretenderé que tú adivines mi mente. Espero lo mismo de tí.

Lidiaré sólo lo justo. No lo haré como si fuera un tema personal. Y tendré presente siempre que no debo herirte aun cuando tú me hayas herido. No hay ninguna justificación para la dureza. Punto.

Intentaré mantener la calma, contaré hasta diez, y a veces saldré del cuarto para encontrar esa calma dentro de mi, e intentaré recordar, aun en esa circunstancia de enfado, todo lo que tú significas para mí. ¿Quiero acaso arriesgar lo que hemos construido?

Te diré cuando tú me hayas herido. No lo enterraré, pretendiendo estar de acuerdo, incluso con el fin de conservar la armonía de nuestro hogar, porque sé que fermentará, y la frustración surgirá de otras maneras. Asiré la valentia en mis manos y hablaré contigo. No contraatacaré ni agravaré nuestra herida.

Intentaré estar en casa durante los momentos agitados, el quehacer con los niños, la hora de acostarse, etc., y seré, en general, de mas ayuda para ti. Organizaré mi trabajo e incluso mi horario de estudio teniendo esta perspectiva en mente.

Seré cordial con tus amistades. Entiendo que es importante para ti tener vínculos fuera de nuestro círculo familiar.

Haré lo mío para mantener y aportar más recato, fidelidad y santidad a nuestro hogar, para convertirlo en un espacio de respeto, amor, alegría y virtud.

Rab Isaac Sakkal

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bottom Ad [Post Page]

| Designed by Colorlib