El Rencor
En la escuela, habÃa comenzado la semana de autoayuda y
enriquecimiento interior. El tema de nuestra clase fue: El rencor.
Nuestro maestro nos habÃa pedido que lleváramos papas
grandes y una bolsa de plástico. Ya en clase, nos explicó que la tarea
consistÃa en colocar una papa dentro de la bolsa por cada persona a la le guardáramos
rencor, debÃamos escribir el nombre de la aquella persona en la papa e
introducirla dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas.
El ejercicio consistÃa en que durante una semana lleváramos
con nosotros la bolsa de papas a todos lados.
Naturalmente, el estado de las papas se iba deteriorando con
el paso del tiempo. El fastidio de tener que acarrear esa bolsa en todo
momento, me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario, además
de lo vergonzoso que se tornaba llegar a un lugar y que todos notaran lo
abultada que estaba mi bolsa. - ¡Mira cuánto rencor carga ése! – se decÃan en
el oÃdo.
Mientras ponÃa mi atención en la bolsa para no dejarla
olvidada en ningún lado, desentendÃa
cosas que eran más importantes para mÃ. Además, no podÃa cargar todo lo
que necesitaba, porque esa bolsa ocupaba bastante lugar, y requerÃa buena parte
de mis fuerzas para poder llevarla.
Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra bolsa
sentimental. Este ejercicio fue una gran enseñanza para valorar el precio que
estaba pagando a diario por mantener el rencor por algo que ya habÃa pasado y
que con esa actitud no iba a repáralo. Me di cuenta que cuanto más aumentaba mi
rencor y resentimiento, mas aumentaba mi estrés, no dormÃa bien y mi atención
se dispersaba.
Al finalizar la semana, fueron expuestas las conclusiones de
cada uno, la que más me llamó la atención era una que decÃa: - Cuando me saqué
de encima muchos de mis rencores y resentimientos, me llené de paz y calma.
Cuando me nos empecinamos en no perdonar, es como si tomáramos a diario unas
gotitas de veneno. Son solo unas pocas gotitas, pero wque nos terminan llenando
de veneno. Son sólo unas pocas gotitas, pero que nos terminan llenando de
veneno. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo que le concedemos al
prójimo, cuando en realidad los más beneficiados somos nosotros mismos. Muchas
veces quise deshacerme del recelo hacia alguien, pero no encontraba el motivo
que me sirviera de excusa para poder sacar de dentro de mà ese odio, hasta que
me di de cuenta que perdonar no necesariamente significa estar de acuerdo con
lo que pasó ni aprobarlo, ni tampoco es darle la razón a alguien que te
lastimarán, y ocuparán buena parte de mis fuerzas, llenándome de papas podridas
que terminarán por pudrir otros sentimientos.,
Rab Isaak Sakkal
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